Primer Domingo. No nos dejes caer en tentación.

—-

Domingo_1_Peregrinos.mp3

—-

1. INTRODUCCIÓN.

bruma.jpgNos disponemos a orar en la Presencia de Dios recordando el mundo de nuestras tentaciones, de todo aquello que nos puede apartar en un momento concreto del camino, romper el pacto de amor y de fidelidad que Dios ha hecho con nosotros o que nosotros hemos hecho con las personas, olvidándonos de llevar ya una vida digna, agradable, honrada. Podemos llenar la vida de cosas y de quehaceres pero irla vaciando de fe y de verdad. Podemos alcanzar poder, prestigio, imagen, dinero-¦pero quedar ofuscados y perder el rumbo del camino. Si la tentación es una parte importante de la vida cristiana, es una experiencia casi cotidiana. En oración vamos a intentar comprender lo que significa – no nos dejes caer en la tentación-.

2. ORACIÓN

Padre, haz que nos dejemos guiar por tu Espíritu. Concédenos comprender cuál es tu voluntad sobre nosotros y danos la fuerza para estar disponibles para su cumplimiento. Tú ves nuestra debilidad. Haz que cada uno de los que hemos venido a tu presencia recibamos la claridad, la gracia y la alegría de caminar por tus sendas hasta llegar a Ti. Asístenos en esta hora.

3.LECTURAS BÍBLICAS

Marcos (1,12-15):

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Palabra del Señor.

4.MEDITACIÓN

Jesús quiso empezar su ministerio público sometiéndose a las tentaciones de Satanás en el desierto. Fue sometido después a otras graves tentaciones, como la que se le presentó después de la confesión de Pedro, cuando incluso llegó a llamarle – Satanás-. Jesús sentía que las palabras de Pedro: – Dios no lo quiera, Señor; no te ocurrirá eso- eran una tentación grave. Jesús habla también de la tentación a propósito del mismo Pedro cuando dice: – Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado-. Prevé una tentación grave para los apóstoles, una caída de Pedro, salvando la fe, y después el arrepentimiento y la confirmación de los hermanos.

Dios no nos tienta para el mal, permite la tentación como parte de nuestra experiencia que, en cierto modo, la necesitamos para crecer en la fe, la esperanza y la caridad

Nos ayudamos a reflexionar sobre algunas tentaciones que pueden ser actuales para cada uno de nosotros, según las pruebas que el Señor permite.

La seducción. – Es de dentro del corazón del hombre de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, adulterios, homicidios, codicias, perversidades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, soberbia e insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre- ( Mc 7,17-23)

Se nos invita a interrogarnos sobre nuestro corazón, dado que – estas maldades- pueden estar todas dentro de nosotros y debemos tenerlas en cuenta, debemos orar porque todos estamos sometidos a ellas.

La mediocridad. La medianía, la tibieza, la poca entrega en el trabajo, en el servicio, en el cumplimiento del deber. Se nos fuerza desde muchos altavoces a ser del montón, a no comprometernos, a la comodidad, vivir un cristianismo descafeinado, a tirar la toalla de la fe, a quedarnos en lo ya conseguido y no seguir avanzando en el seguimiento de Jesús Pidamos perdón por nuestras mediocridades, por dejar apagar la luz del evangelio.

La apariencia. Tal vez sea ésta una tentación frecuente dentro de las comunidades cristianas; es la tentación de los sirven a Dios con generosidad llevando por fuera una vida austera, pobre, comprometida pero no son auténticos. Se creen los buenos, se ilusionan pensando que son quién sabe quién, pero pisotean las reglas comunes del vivir honesto, bajo la bandera de la pureza, del rigor, del cumplimiento externo hacen el vacío a los demás, destruyen la comunidad. Representan la tentación del fariseo.

El silencio de Dios. Un silencio que hace preguntar al hombre: ¿Por qué te escondes, Señor? ¿ Por qué no hablas? ¿Por qué no intervienes? Es la tentación que nos asalta cada vez que esperamos que Dios nos salga al encuentro y nos sentimos solos, abandonados, privados de la ayuda que esperábamos. Esta tentación afecta también a las personas más avanzadas en el camino espiritual.

La insignificancia de Jesús La vida pública se desarrolla como si Dios no existiera. También nosotros cedemos a esta fuerte tentación que nos hace vivir una doble vida: rezamos en la parroquia, pero fuera de ella es como si Jesús y su evangelio no contasen, no fueran relevantes para nosotros. También nosotros somos los alejados de la fe encarnada. Es la tentación de la insignificancia del cristiano cuando creemos que somos unos pobrecillos, no valemos nada y no valoramos el don de ser cristianos, la alegría de haber encontrado el – tesoro escondido-, mostrando que en medio de la humillación, de la irrelevancia, de la prueba, del sufrimiento, de la marginación-¦precisamente en esas situaciones se realiza el Evangelio, viene el Reino, triunfa Jesús.

5. PREGUNTAS

– ¿Cuál es la seducción que sale de tí que más debes combatir con la oración?.

– ¿En qué acciones de tu vida debes esforzarte para combatir la mediocridad?

– ¿De qué apariencias debes despojarte porque hacen esconder tu yo real?

– ¿En qué momentos sientes el silencio de Dios?

– ¿Cómo intentas mostrar tu fe en Jesús en tu vida pública, de relaciones…?

6. ORACIÓN FINAL

Padre nuestro-¦

Señor Jesús, que escrutas nuestros corazones y conoces nuestras fragilidades y nuestras debilidades, sostennos en las pruebas que encontramos en el camino de la fe.

Sabemos que con tu ayuda podremos resistir a las tentaciones. Concédenos creer siempre que estás cerca de nosotros, a fin de que nos sintamos solos y perseveremos en la esperanza.

Haz que no disminuya nunca en nosotros la certeza de que Dios es fiel y no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas si, como hijos, nos abandonamos confiados en sus manos de Padre.