¿QUÉ ES LA LECTIO DIVINA?
Es un método -experimentado por la Tradición de la Iglesia- para acercarse a la Palabra de Dios y penetrar mejor en su significado. Se dice de él que es “como una escalera para subir desde la tierra hasta el cielo”. Pero lo importante no es el método, sino conseguir hacer una “lectura creyente” de la Palabra. Se trata de acercarte a Dios a través de su Palabra y dejar que te muestre su voluntad.
La Lectio Divina (Lectura de Dios) es un método sencillo que nos propone seguir diferentes pasos. Los monjes distinguieron hasta ocho o diez diferentes, aunque hoy se han simplificado. Con todo, es necesario reservar un tiempo para su práctica. No se puede hacer en cinco minutos. Con el tiempo verás que te gustará dedicarle más tiempo. Lo que te planteamos para los domingos puede servir para cada día, según tu disponibilidad de tiempo y tu progreso en esta práctica. Te proponemos hacer una lectura creyente de la Palabra siguiendo estos cuatro pasos:
LECTURA (LECTIO)
Se trata de que leas y releas atenta y pausadamente el texto, aunque te suene familiar, tratando de comprender lo que dice. Si lo vieras necesario puedes servirte de un diccionario. Verás que al leer la Palabra siempre se descubren cosas nuevas, subrayados o ecos diferentes. Siempre hay algo que focaliza tu atención y resuena con más fuerza.
MEDITACIÓN (MEDITATIO)
Meditar significa reflexionar, intentar responder a la siguiente pregunta: ¿qué me dice a mí el texto? Se trata de buscar lo que te puede estar diciendo Dios en este momento de tu vida o cómo ilumina su Palabra tus inquietudes, preguntas… en definitiva, de descubrir la voluntad de Dios.
ORACIÓN (ORATIO)
Una vez intuido lo que Dios quiere de ti, puedes entrar en diálogo sincero con Aquel que te escucha, sabe lo que necesitas y deseas. Se trata de hacer oración la voluntad de Dios: dale gracias, pídele perdón o ayuda, intercede por otros… Dialoga con El con confianza, abandonándote en sus manos y abriendo tu corazón a su presencia viva.
ACCIÓN (ACTIO)
Lo que has descubierto al leer, meditar y orar, lo llevas a la vida. Se trata de convertir en acción aquello que antes ha sido contemplado. La relación con Dios siempre te lleva a la vida diaria. Siempre habrá algo que transformar, algo que hacer por ti o por los demás para que la voluntad del Señor y su Reino se hagan más presentes en nuestro mundo.